martes, 12 de febrero de 2013

El País de los Idiotas

Es una tierra simpática. Sus habitantes representan el reflejo de ciertos comportamientos o condicionamientos más bien negativos, elevados al rango de institución.
De hecho, se trata de un espejo, un reflejo algo exagerado de algunos de nuestros esquemas psíquicos o emocionales.
Esta técnica tradicional posee un gran valor terapéutico al representarle al individuo, de manera indirecta, por medio de una historia a veces graciosa, las cosas que debe corregir.
La utilización de estas historias o diágolos es muy sencilla: leerlas y dejar que actúen. Una vez que entran en la mente, las historias hacen su propio trabajo y resulta inútil pretender analizarlas en exceso.
Algunas les resultarán más evocadoras, otras, extrañas o estúpidas. Pero eso no les impedirá recorrer su camino interior y hacer su trabajo positivo.



En Idocia, es costumbre que se confirmen unos a otros que todo va mal, y que las cosas incluso pueden ir a peor. No siempre se afirma de manera explicita, pero esa idea forma parte de la psicología colectiva. Como una especie de norma psicológica.
Así que nuestros amigos idiotas se pasan veladas enteras encadenando temas de conversación que les permitan reafirmarse en que "todo va mal". Y eso les produce un ligero placer secreto y cómplice, que también forma parte de las normas psicológicas locales.
Esta manera de funcionar existe desde hace mucho tiempo y durará todavía más.
"Siempre es conveniente respetar las tradiciones", diría un nativo.

Pero esto no es lo normal, antes de Idiocia, existía otra nación, una en la cual estar triste o apesadumbrado equivalía a confesarse enfermo y se iba a consultar al sabio de la ciudad, al sanador de los cuerpos y las almas. En aquel tiempo, mucho antes del cataclismo, los hombre ignoraban la dominación y la servidumbre y no había ni dueños ni esclavos.

Los seres humanos no son simples robots. Y ese es uno de los elementos que los hacen capaces de evolución psíquica y de una mejor utilización de sí mismos y sus propios recursos.
El hecho de haber pasado por numerosos condicionamientos y de que se continúe recibiéndolos no significa que la evolución y la plenitud no sean posibles.
Se trata sencillamente de aprender a aprender: un paso adelante sutil que evita esfuerzos vanos, que con frecuencia conducen a un objetivo opuesto al deseado.
Escuchar: "¡No lo entiendo, he hecho de todo para que las cosas marchen!" puede ser una señal de que la base del esfuerzo realizado no era correcta. Tomarse una sopa con tenedor es un esfuerzo considerable, incluso admirable, ¡pero no cabe duda de que resulta más sencillo y funcional hacerlo con una cuchara!

Una de nuestras intenciones prácticas es trasmitirle el sentido del esfuerzo psíquico útil y válido.

Fuente: http://aldebaranlaestrelladelbuscador.blogspot.com.es/p/el-pais-de-los-idiotas.html

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